TESORO EN VASOS DE BARRO
- Habitandoensupresencia Habitandoensupresencia
- 27 jul 2023
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2 Corintios 4:5-17
Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús. Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos; llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos.
Nuevo pacto: Pablo había estado diciendo a los corintios, en el capítulo anterior, que ellos, los apóstoles, eran ministros del Nuevo Pacto. Y una vez más vuelve a aclararles que hay mucha diferencia entre el antiguo y el nuevo pacto. Ambos son revelaciones de Dios pero una es mucho mas grande que la otra. El antiguo pacto, era de la letra que mata pero el nuevo es del Espíritu, que da vida. El antiguo era ministerio de condenación pero el nuevo de justificación. El antiguo había de perecer pero el nuevo es eterno. El antiguo fue con gloria pero el nuevo fue con una gloria mucho mas eminente. El antiguo decía: «Obra y vivirás»; el nuevo dice «cree y vivirás». Oh!! Cuanta falta nos hace hoy considerar estas palabras que nos revela Dios a través de Pablo!. Dice el cap 3 y también el libro de Exodo, que Moisés cuando bajaba del monte de Dios, ponía un velo sobre su rostro resplandeciente para que Israel no fijara los ojos en algo que habría de ser abolido. Pero Israel no hizo caso, y se quedó mirando a Moisés. Se quedaron hasta hoy mirando las leyes y las escrituras que hablaban del Mesías que vendría, pero no supieron ver al Mesías. Ahora bien, no nos sorprendamos de que a los judíos les haya pasado esto. ¿No pasa también hoy? ¿No sucede que aún después de haber tenido el nuevo pacto a nuestro alcance por 2000 años todavía muchos corren detrás de la letra y fijan sus ojos en Moisés aunque el nombre de Cristo esté en sus labios y en sus canciones? La gran mayoría de las religiones proponen el mismo sistema de Moisés. Leyes ritos y mandamientos a ser guardados a cambio de una salvación incierta basada totalmente en el mérito y el esfuerzo humano; se parece mucho a lo que proponen el marxismo y el humanismo. Aún en muchas iglesias evangélicas, detrás de todo un gran aparato hecho en el nombre de Jesús, subyace la abolida doctrina del «obra y vivirás» y el sistema que glorifica al hombre y no a Dios. Es el antiguo pacto disfrazado, pero que aún mata, y que aún condena. Cuantos cristianos que dudan de su salvación porque todavía están esperando cumplir la ley (aunque sea una versión actualizada de ella) y como antaño, ahora tampoco pueden cumplirla. Ah! El nuevo pacto nos dice: «cree en Jesucristo y vivirás». El antiguo pacto, esa tabla de la ley, fue y aún sigue siendo una vara de medir que solo sirve para decirle al hombre: ¡Eres falto! ¡No llenas la medida de Dios!. ¡Eres condenado!. Pero el nuevo le dice: Aunque eres falto, ¡Cristo llenó la medida abundantemente por tí!. Cree en Él y serás justificado. «Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo».
Vamos ahora al primer versículo que hemos leído:
No a nosotros mismos: Desde la caída de Adán, el mal reinó en la tierra y en todas las épocas el pecado causó estragos en la humanidad. Pero estamos llegando a los tiempos donde se dijo que la maldad habría de multiplicarse. La idolatría existió siempre, mas ahora es mayor que nunca. El egoísmo existió siempre, pero ahora es más grande. Hay ídolos de todas clases. Ídolos del ambiente artístico, del deporte, de la política, del mundo de los negocios y de la música. Ídolos de fundición y de imágenes de talla y también ídolos de carne y hueso. Aún dentro de las iglesias se reverencia al hombre, se exalta al líder se conceden títulos y honores de los cuales solamente Dios es digno. En plena época donde muchos se predican a sí mismos, Pablo repite: «no nos predicamos a nosotros mismos», no al hombre ni a la obra del hombre, sino a Jesucristo como Señor: Quizá como nunca antes, el nombre de Cristo es predicado; pero ¿lo estamos predicando como Señor? Muchas veces, la predicación es un show donde Cristo vendría a ser como una especie de productor o el respaldo de los «milagros» que allí se hacen, pero donde el centro es un «Pastor» muy conocido y que pide mucho dinero. Otras veces se predica de tal manera que parece que el evangelio y la conversión se reducen a un acto externo de «pasar al frente» o “levantar la mano”, y luego se puede continuar con una vida donde Cristo no reina y no es el Señor. ¡Él es Señor! Y si entra en nuestra vida, lo hace con el propósito de ser el Señor en nuestras vidas. Si Cristo toma el control en el corazón de una persona, aquellos frutos de GALATAS 5:22 (… amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza) comenzarán a manifestarse muy pronto. El es y será el Señor: Señor de todo el universo, Señor de las circunstancias, Señor absoluto en la vida del verdadero cristiano; Señor por los siglos y la eternidad.
A continuación nos habla la escritura de ese milagro grandioso que se produce en el creyente y que es el nuevo nacimiento: imprescindible para entrar al cielo y la vida eterna. Imprescindible en cada predicación del evangelio de Cristo. Es el Espíritu Santo de Dios entrando al corazón del que cree, dando vida, iluminando al alma; porque el que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones. ¿Y qué es lo primero se ve cuando la luz de Dios irrumpe en un corazón? : es la gloria de Dios en la faz de Jesucristo!!! .Quizá antes habíamos visto y considerado la gloria de la creación de Dios; vimos y nos maravillamos de la belleza de un paisaje, de la ternura de un niño pequeño, de la inmensidad de los cielos; nos asombraron las leyes de la naturaleza, la profundidad de su sabiduría y lo inescrutable de sus misterios; pero cuando la luz del espíritu Santo resplandece en las tinieblas del alma, vemos la gloria infinita de Dios en la faz de Jesucristo. Podemos llegar a darnos cuenta que recién ahora empezamos a entender lo que significa el amor. Podemos llegar a saber que en ese ser Único llamado el Hijo de Dios, están conjugados la justicia y el amor; la humanidad y la Deidad. El tiempo y la eternidad. Es esta luz la que hace que empecemos a ver las cosas como Dios las ve. Es el Espíritu de Cristo en el creyente el que revoluciona su vida. Como lo hiciera una vez en el templo trastornando las mesas de los cambistas, irrumpe Cristo en el alma y comienza a expulsar aquellas cosas inmundas y pecaminosas para que seamos santos porque Dios es Santo. No es ahora la religión del rito, y la ceremonia. No es la relación del empleado y el patrón. No es la ley del trueque. Es la religión de la sinceridad y la sencillez de corazón; es la relación de un Padre y un hijo que se aman; es la ley de la fe y el amor.
Pero tenemos este tesoro en vasos de barro: Tener al Espíritu Santo es el más grande tesoro que un hombre o una mujer pueden tener; pero… ¿tienes tú este tesoro? ¿Ha habido esa convicción de pecado, y ese arrepentimiento que te llevaron a buscar al Salvador? ¿Resplandeció la luz de su evangelio en tu vida?
Oh! ¡Que hermoso poder decir que tenemos este tesoro!; pero es cierto que tenemos este tesoro en vasos de barro: Adán fue hecho de barro y como dice la escritura, al polvo vuelve. El barro es de escaso valor, se rompe y se corrompe fácilmente. Es débil; y así somos nosotros, débiles y fáciles de romper. Por eso, aunque somos cristianos, perdonados, salvados y justificados, muchas veces estamos atribulados: por la enfermedad, por la necesidad económica, por la falta de reconocimiento y consideración de los demás, por el olvido; pero Cristo nos sana y consuela, nos suple, el sí nos tiene en cuenta y no se olvida de nosotros. Otras veces estamos en apuros ya sea económicos o en un trabajo difícil, o porque cometimos un error. Pero no estamos desesperados porque El nos sostiene de la mano derecha y nos dice «yo te ayudo». Quizá estemos perseguidos por la enfermedad o la prueba. Perseguidos por la burla el desprecio o el olvido; Él es nuestro escape, Él es la puerta de salida de nuestra persecución y es nuestro amparo. Quizá estemos derribados. Porque la aflicción nos dejó sin fuerzas, o porque hemos pecado y nos hemos detenido en el camino; pero no estamos destruidos porque nada ni nadie puede destruir a los hijos de Dios y nos levantaremos porque la sangre de Cristo nos limpia de todo pecado!!.
Cuantas veces somos plenamente conscientes de este vaso de barro. ¡Cuantas lágrimas hemos derramado a causa del vaso de barro!. Y muchas veces también hemos sentido la tentación de esconder el vaso de barro. Hemos oído decir que si un cristiano está triste o desanimado es un cristiano derrotado. Quizá nos han colgado el cartel de líder, de predicador, de campeón en alguna de las áreas de la vida cristiana. Y cuando nuestro vaso de barro se encarga de mostrarnos que ese cartel nos queda grande, somos tentados a fingir una espiritualidad que no tenemos; a fingir que estamos tranquilos y seguros cuando en realidad estamos atribulados o en apuros. Tratamos de disimular nuestras fallas y aun nuestros sentimientos. ¡No! que nadie piense que soy mejor de lo que soy. Que importa que otros vean mis defectos y noten mi debilidad. Somos vasos de barro. Pero Dios ha querido hacernos depositarios de un tesoro. Si he errado, si he pecado si he caído, si la fuerza me faltó, es tiempo que reconozca y confiese mis errores y pecados. Es tiempo que me levante y prosiga. Si mi reputación se desmorona, si la debilidad de mi vaso de barro se hace más evidente también es cierto que la excelencia del poder de Dios se hace mas evidente y se perfecciona en la debilidad.
Pablo decía: Prosigo a la meta al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. (Fil 3.14) ¡Prosigamos nosotros también! Si nuestro hombre exterior este vaso de barro se va desgastando, el interior, el tesoro de Dios, se renueva de día en día.
Que Dios los bendiga!
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